En vista de que en estos últimos días, los cuales el Espíritu Santo llama “tiempos peligrosos” (2 Timoteo 3:1) muchos se han tornado ellos mismos ser inventores y seguidores de diversas doctrinas respecto a la naturaleza y verdad de la Deidad, inventando muchos diferentes dioses llamados “Jesús”, y caminando por muchos distintos espíritus, cuando lo verdaderamente necesario de poner por delante, de acuerdo
a la Biblia (y solamente la Biblia), es la verdad de la naturaleza de la Deidad, y saber y ensenar la verdad concerniente a la verdadera identidad del Señor Jesucristo, quien es revelado a los suyos por su nombre; el conocimiento de ello siendo indispensable y fundamental para la salvación; como el primer requisito para el pecador para obtener la salvación del pecado, muerte, e infierno, es de “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú, y tu casa…” (Hechos 16:31).
“Y Este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo…” (1 de Juan 3:23)
(Mire también Juan 1:12, 2:23, 3:18, Mateo 12:21, etc…)
Es evidente de acuerdo a la Biblia que “El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás pues el Señor tu Dios de todo tu corazón…” (Marcos 12:29,30, Deuteronomio 6:4).
El Dios Todopoderoso de Israel fue, es, y por siempre será, uno.
No hay otro Dios formado antes de él, ni habrá otro después de él (Isaías 43:10).
No hay otro Dios más que él (Isaías 44:8).
Él es el único Salvador (Isaías 43:11).
El creó la tierra y el cielo por él mismo (Isaías 44:24, Génesis 1:1, Juan 1:1-3, 10-14).
Él ha jurado que toda rodilla se doblará a él (Isaías 45:23, Filipenses 2:10),
y el no dará su gloria a otro (Isaías 42:8, 48:11).
Desde el principio y a través de toda la historia, los profetas, apóstoles, y toda la gente de Dios han sabido, creído, y ensenado que él es uno, y hoy en día un entendimiento apropiado de las Escrituras revela esa verdad claramente al verdadero nacido de nuevo en busca de la verdad.
¿Que es “nacido de nuevo”?
“Nacido de nuevo” es un término que el Señor Jesucristo usa para describir a alguien que ha sido impregnado por la Palabra de Dios viva, y es capaz de mirar el reino de Dios. Contrario a la opinión popular, “nacido de nuevo” no es un estado que el hombre obtiene creyendo y diciendo una “oración del pecador” o “aceptando a Jesucristo en su corazón”. Las Escrituras nos enseñan que “nacido de nuevo” es la condición de un hombre que ha nacido de Dios, y hecho apto para mirar el reino de Dios, y subsecuentemente está hecho apto a obedecer el evangelio del Nuevo Testamento arrepintiéndose y en el nacimiento de agua y Espíritu (Juan 3:5, Hechos 2:38). La Biblia claramente nos enseña que un hombre es nacido de nuevo por la Palabra de Dios (Lucas 8:11, 1 Pedro 1:23, Santiago 1:18), y que este milagro no es logrado por un hecho de la voluntad del hombre, sino de Dios. (Juan 1:13, Romanos 9:16, Juan 6:44, etc…)
Es solo después que un hombre ha nacido de nuevo que él puede:
• -ver el reino de Dios (Juan 3:3),
• -saber que Jesús es el Cristo (Mateo 16:16,17, 1 de Juan 5:1),
• -creer en su nombre (1 de Juan 3:23, Salmos 9:10, 91:14),
• -arrepentirse (Romanos 3:10-18, 2 de Corintios 7:10, 2 de Timoteo 2:25, Juan 6:44),
• -y recibir remisión de pecados (Lucas 24:47, Juan 20:31, Hechos 2:38, 10:43, 22:16, etc…) por el bautismo del Nuevo Testamento de agua y Espíritu (Juan 3:5, Hechos 2:38, Colosenses 2:11,12, Romanos 6:4,5).
La Biblia no nos enseña que tenemos que ser bautizados en dos o tres personas. La Biblia declara que somos “bautizados en Cristo Jesús”.
Padre, Hijo, y Espíritu Santo
(Mateo 28:19)
En el cuarto siglo después de Cristo, en los Concilios de Nicea, y Constantinopla (325 D.C. y 381 D.C. respectivamente), el Emperador Romano Constantino y los primeros “Padres de la Iglesia” (Católica Romana) inventaron la doctrina de la “Trinidad”; la cual, diametralmente opuesta a la Escritura, enseña que “Padre, Hijo, y Espíritu Santo” son tres personas en la Deidad llamadas “Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo”, las cuales dichas personas son dioses falsos (excepto por Dios el Padre), y no se encuentran en ningún lugar en la Biblia.
La Iglesia Católica Romana enseña además que estos tres dioses, o personas, son co-iguales, co-eternos, y co-existentes; y son “individuales en función, pero unificados en propósito”.
Desafortunadamente, hoy más que nunca, el pueblo de Dios está siendo destruido por falta de conocimiento (Oseas 4:6), al ser muchas las multitudes que profesan ser Cristianos, pero sin embargo se mantienen fuera del reino de Dios por esta doctrina Católica que no está escrita, enseñada, o aún lejos de ser indicada por cualquier sitio en la Biblia.
• Concilios de Nicea: dos concilios ecuménicos se han realizado en Nicea (hoy Iznik, en Turquía), uno en 325 y otro en 787; el primero fue convocado por el Emperador Constantino I, y en él se condenó al movimiento Arrianista que criticaba la naturaleza de la “Trinidad divina”. El otro fue promovido por la Emperatriz Bizantina Irena para regular el uso de las imágenes de santos (idolos); en él se condenó a la iconoclastia y se legitimó la veneración de las imágenes y la intercesión de los santos.
¿Co-Igual?
Dios, el Señor Jesucristo, ha venido en la carne. Esta es la declaración de la Escritura (1 de Timoteo 3:16, Juan 1:14, 8:24,25,28, Mateo 1:21-23, Isaías 9:6), y el instrumento inspirado por Dios para discernir entre Cristo y anticristo (1 de Juan 4:2,3, 2 de Juan 7).
La Biblia declara que “el hombre Jesucristo” (1 de Timoteo 2:5) es el mediador entre Dios y los hombres, y la imagen del Dios invisible (Hebreos 1:3, Colosenses 1:15). En ningún lado en la Biblia alguien declara que el Hijo de Dios es otro dios, o la “segunda persona de la Deidad”, ser “igual con el Padre”. En cambio, la Biblia declara que el único Hijo engendrado (unigénito) de Dios, “…El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios; sin embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante los hombres…” (Filipenses 2:6,7).
El Hijo de Dios “no tuvo por usurpación ser igual a Dios”, no porque él era “Dios el Hijo, la segunda persona de la Trinidad” (la cual no existe en la Biblia), pero porque él fue, y es, el Dios Todopoderoso, Dios el Padre, caminando en un hombre humano para manifestar su nombre al mundo.
No existen dos personas en el Padre y el Hijo.
Hay Espíritu (Juan 4:24) y carne (1 de Timoteo 3:16).
Esta es la declaración de la Escritura.
¿Co-Eterno?
El nombre del Señor, como se lo dijo a Moisés primero en Éxodo 3:14, es YO SOY EL QUE SOY. Las palabras “YO SOY” son traducidas de la palabra Hebrea “hayah” (Strong’s Concordance # 1961), la cual es una forma categórica de primera persona del verbo “ser”. Significa mas que “Yo soy” en un sentido pasivo. Es un verbo causante. Ésto significa,
“Yo soy a propósito. Nadie me hizo. Nadie me puso aquí. Nadie me sostiene. Yo existo por mi propio poder, me sostengo yo mismo, y soy independiente. Yo siempre he sido y siempre seré. No tengo limitaciones, linderos, dependencias, comienzo, final, o periodo medio. Yo soy el mismo ayer, y hoy, y por siempre, y no hay algún otro más que yo. YO SOY.”
Luego en Éxodo 3:15, Dios declara que su gente lo llamara “Jehová”, el cual en el lenguaje Hebreo es la palabra “Yehovah” (#3068) , que es la forma de la tercera persona del mismo verbo “hayah”. “Yehovah” significa “Él es”, o mas literalmente,
“el que es, y que era, y que ha de venir, el Todopoderoso.” (Apocalipsis 1:8).
Ese es su nombre.
Cuando decimos “Jesús”, estamos diciendo la pronunciación española de el nombre Hebreo “Yehowshuwa” (#3091), el cual es una compilación del nombre “Yehovah” (#3068) y el titulo “Yasha” (#3467), el cual significa “Salvador o teniendo salvación”. Y cuando nosotros decimos “Cristo”, (Griego Cristos #5547), estamos diciendo lo que es llamado en el lenguaje Hebreo, “Mashiyach” (#4899), el cual es Mesías, Ungido, y literalmente Dios mismo venido para salvarnos.
(Compare Isaías 35:4-6 con Mateo 11:2-6, Zacarías 14:5 con Judas 1:14, Apocalipsis 19:11-14, etc…)
Así que, cuando nosotros decimos “Jesucristo”, lo que realmente estamos diciendo es “El que era, y que es, y que ha de venir, el Todopoderoso, el Salvador, venido para salvarnos.”
Y el vino en la carne (1 de Timoteo 3:16, 1 de Juan 4:2,3).
La Biblia no nos enseña que el Hijo de Dios es otro dios, co-eterno, existiendo desde la eternidad pasada con Dios el Padre. Al contrario, la Biblia declara que el Hijo de Dios fue engendrado (Isaías 7:14, 9:6, Mateo 1:21—23, Juan 3:16, Gálatas 4:4), que claramente significa que existió un tiempo cuando el no existía sustancialmente, y que hubo un punto específico en el tiempo cuando el comenzó a existir.
En orden para ser verdadero que Jesús de Nazaret fue engendrado de Dios, debería también ser verdadero que existió un tiempo cuando el engendrador existió sin el engendrado; de otra manera la palabra engendrado no tendría significado.
Los términos “Hijo engendrado” e “Hijo eterno” son diametralmente en oposición el uno con el otro y no pueden ser ambos verdaderos; el cual es la razón de que la frase “Hijo eterno” no se encuentra en la Biblia, porque es parte de la herejía Católica Romana de la “Trinidad” y es contradictorio a la verdad de la Escritura.
Jesucristo de Nazaret no es “Dios el Hijo, co-eterno con el Padre”. Él es Dios el Padre, manifestado en la carne; que hombre de carne y sangre es llamado Hijo de Dios, porque el realmente y actualmente fue engendrado de Dios en el vientre de una virgen de Israel (“…vera linaje…” – Isaías 53:10, “…esta [la simiente de la mujer] te herirá en la cabeza…” – Génesis 3:15).
Jesús de Nazaret es:
• un hombre (1 de Timoteo 2:5);
• el Hijo del hombre (Mateo 18:11),
• el Hijo de Dios (Juan 10:36),
• nuestro hermano (Hebreos 2:11,12),
• nuestro Apóstol y Pontífice (o sumo sacerdote)-(Hebreos 3:1),
• fue hecho a semejanza a los hombres (Filipenses 2:7),
• y fue tentado en todo según nuestra semejanza (Hebreos 4:15).
• Él tuvo hambre (Lucas 4:2),
• tuvo sed (Juan 19:28),
• estuvo cansado (Juan 4:6),
• y turbado (Juan 12:27),
…y en todo un hombre, engendrado de Dios en el vientre de una virgen.
Por lo tanto, el término “co-eterno” no solo está completamente ausente de la Biblia en inclusión y referencia, pero es absolutamente en contradicción con la Biblia, y no puede ser aceptado como verdad en la luz de la Palabra de Dios.
¿Co-Existente?
La evidente naturaleza herética de este término ya ha sido expuesta en los párrafos anteriores. Nosotros hemos demostrado conclusiva y enfáticamente que no existe tal persona como “Dios el Hijo”, y por lo tanto no existe uno que pueda ser “co-existente” con Dios el Padre.
“No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno.”
(Isaías 44:8)
¿Y Que Acerca de Génesis 1:26?
¿A quién le estaba hablando Dios cuando dijo, “Hagamos al hombre a nuestra imagen…” ?
Estaba hablando consigo mismo?
No.
A los Ángeles?
No, los Ángeles no le ayudaron a Dios a crear al hombre.
Así que, con quién estaba hablando?
Podemos mirar la respuesta a esta pregunta simplemente cuando buscamos en las Escrituras y miramos a quién Dios le estaba hablando en pasajes como en Salmos 45:6,7, 102:25-27 (Compare con Hebreos 1:10-12), Salmos 110:1, Salmos 2:7-9, etc…
Él le estaba hablando a su Hijo: su único Hijo engendrado, Jesús de Nazaret del linaje del Rey David (Mateo 22:41-45).
Entonces ¿por qué dijo el, “HAGAMOS al hombre a NUESTRA imagen…” ?
De nuevo, la respuesta está en la Biblia…
Dios creó todas las cosas por (no por medio de) Jesucristo (Colosenses 1:16). Esto no nos enseña que Dios el Padre usó a otra persona o a otro dios para crear el universo, pues la Biblia claramente nos indica que el creó todas las cosas por sí mismo (Génesis 1:1, Isaías 44:24).
Lo que ésta enseñanza del apóstol Pablo nos indica es que antes que Dios creó cualquier cosa, el Verbo era completo (Juan 1:1), el plan estaba terminado (Efesios 1:5, Apocalipsis 13:8, 1 de Pedro 1:20), y su propia aparición en la carne había sido completada salvo para la manifestación de ésta en el transcurso del tiempo (Gálatas 4:4, Hebreos 1:1-4): y antes de que Dios creó a Adán; el, sabiendo la forma que el mismo iba a tomar como hombre (Filipenses 2:7,8), creó al primer Adán en la imagen de él mismo asi como al último Adán (1 de Corintios 15:45), de este modo creando todas las cosas por Jesucristo, comenzando con el primer hombre Adán, quien fue, “…la figura del que había de venir.” (Romanes 5:14).
Así que concluimos de la enseñanza de la Biblia que en Génesis 1:26, Dios estaba desde luego hablando por medio de la Escritura con su Hijo; pero no el imaginario “Dios el Hijo” de la “Trinidad” Católica Romana, el cual estaba supuestamente presente con Dios el Padre en ese tiempo (lo cual no es ensenada en la Biblia); pero mejor dicho con el Hijo de Dios, engendrado, no eterno; quien vino a la existencia 4,000 años después, pero antes de todas las cosas el mismo centre y esencia de la Palabra y fue el modelo predestinado en cuya imagen fue creado el hombre.
Y, cuando él fue enviado en el mundo, él (y su Padre en él) hizo el hombre en la imagen de Dios por medio de su sangre.
(Colosenses 3:10, Filipenses 3:21), de este modo cumpliendo la profecía de Génesis 1:26.
Como está escrito:
“El cual es la Imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura… Porque por el fueron criadas todas las cosas… Todo fue criado por él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y por el todas las cosas subsisten…” (Colosenses 1:15-17)
Así que, podemos ver claramente (Proverbios 8:9, Lucas 10:21), de acuerdo a la Bíblia,
que JESUCRISTO ES EL SEÑOR!
(1 de Corintios 12:3).
Éste es el misterio que ha sido escondido por siglos, y es hecho manifiesto a la iglesia de Dios en estos últimos días por su Espíritu.
El Padre, Hijo, y Espíritu Santo no son tres personas; ellos son tres de las formas que el Dios de Abraham, Jesucristo, ha traído el Nuevo Pacto del cual el habló en Jeremías 31:33 a operación para los hijos de los hombres.
Como el Padre, el cubrió con su sombra a la virgen María de Israel y colocó su semilla (Isaías 53:10, Lucas 1:35) en su vientre y engendró un Hijo por ella (Génesis 3:15, Isaías 7:14, 9:6).
En el Hijo, el hizo su nombre (Juan 17:6) manifiesto a Israel, y luego a los Gentiles (Romanos 1:16).
Y como el Espíritu Santo, el habita dentro de la iglesia y la santifica, la limpia, y la guía.
Ese es el cumplimiento del Nuevo Pacto, del cual Jesucristo hombre es el mediador (1 de Timoteo 2:5, Hebreos 8:6).
Y así como el apóstol Pablo escribió: “Y el mediador no es de uno; pero Dios es uno.” (Gálatas 3:20).
“…Yo Jehová, el primero, y yo mismo con los postreros.”
(Isaías 41:4)
Me he aventurado a explicar y exponer brevemente la declaración de las Santas Escrituras con respecto a la naturaleza, solidez, y unicidad indivisible del Señor Jesucristo, y su revelación de sí mismo a su pueblo en el Antiguo y Nuevo Testamento. Especialmente en estos últimos días, cuando el orgullo de la iglesia de Laodicea es en lleno apogeo (Apocalipsis 3:14-20), y el pueblo que se llaman ellos mismos por el nombre de Jesucristo todavía están en la mayor parte cubiertos con la inmundicia y contaminación de LA MADRE DE LAS FORNICACIONES Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA; es lo más esencial para aquellos de nosotros que amamos al Señor, y somos llamados de acuerdo a su propósito, contendamos eficazmente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.
Verdaderamente el entendimiento de quien es realmente Jesucristo nuestro Señor es vital para nuestra salvación; pues, como las Escrituras lo declaran, en orden para ser salvo por el evangelio del Nuevo Testamento, el mayor poder del evangelio de Cristo es fe en su nombre; y si nosotros no sabemos cómo creer en su nombre, entonces no hay remisión de pecados, y tampoco hay salvación.
Esta es la razón por la herejía de la Iglesia Católica Romana de la “Trinidad”, así como la herejía del Arrianismo que dice, “…y el Verbo era un dios.” (Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, Juan 1:1), la cual empezó siglos atrás, y ahora es manifestada en el culto de los “Testigos de Jehová” por su pervertida Biblia y su igualmente pervertida doctrina. La revelación de Jesucristo es el mero fundamento de la fe de Jesucristo; y así como hemos conclusivamente demostrado, es imposible para uno creer en la doctrina Trinitaria y aún ser salvo, porque es una completa mentira y en contradicción directa con la Biblia.
Hemos demostrado que el Jesús de la Iglesia Católica Romana no es el Señor Jesucristo, el unigénito Hijo de Dios, sino un falso Jesús llamado “Dios el Hijo”, el cual tal dios no está en la Biblia, y de hecho, no existe; pero no es nada más que un dios Babilónico de la Iglesia Católica Romana (uno de la gran cantidad de dioses en la Iglesia Católica) , el cual le ha sido asignado el nombre de Jesucristo.
El Espíritu Santo nos advirtió acerca de falsos Cristos, diciendo:
“Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.”
(Mateo 24:5)
…y acerca de falsos dioses e ídolos, diciendo:
“No tendrás dioses ajenos delante de mí.”
(Éxodo 20:3)
-y-
“…lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios;
y no querría que vosotros fueseis participes con los demonios.”
(1 de Corintios 10:20)
Los que desean ser salvos DEBEN abandonar las enseñanzas heréticas de la ramera Romana (Apocalipsis 2:20, 18:4) y ser limpiados con agua pura por la Palabra de Dios, en la cual no hay contradicciones, y por la cual la naturaleza completa y el propósito de Dios mismo son revelados a los pequeños, pero escondidos a los sabios y entendidos (Lucas 10:21).
“Hijitos, guardaos de los ídolos. Amen.”
(1 de Juan 5:21)
“Porque si el que viene, predicare otro Jesús que el que hemos predicado…”
(2 de Coríntios 11:4)
“Porfiad a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.”
(Lucas 13:24)
“Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, porque no seáis participantes de sus pecados, y que no recibáis de sus plagas…”
(Apocalipsis 18:4)
-FIN-
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