A toda la santa hermandad, amados de Dios y llamados a ser santos; dispersados en todas partes mas aún unidos en la verdad, santificados en Cristo Jesús y preservados en Dios nuestro Padre; gracia, misericordia, y paz sean a ustedes, con amor multiplicado, de Dios nuestro Padre, y Jesucristo nuestro Señor. Amen.

En el amor puro de Cristo Jesús les escribo a ustedes y con un extremado gran gozo por la excelencia de su nombre, cual gozo yo extiendo a todos ustedes precisamente así como ustedes ya conocen que en su presencia es llenura de gozo, y a su mano derecha hay placeres por toda la eternidad.

Puesto que con gran gozo y consolación yo les escribo esta epístola a todos ustedes, es también con seriedad y con la aflicción en la cual el Espíritu Santo habló, diciendo en Salomón, “En la mucha sabiduría hay mucha molestia: y quien añade ciencia, añade dolor.” (Eclesiastés 1:18). De esta manera, le pareció bueno y necesario al Espíritu Santo dirigir a la asamblea general de los santos con los ancianos, y obispos los cuales son llamados al ministerio que Jesucristo dio a la iglesia (Efesios 4:11), concerniendo un tema de gran importancia para Dios, y para su gente, y el cual es tanto como verdaderamente controversial y ampliamente malentendido; y aunque este es por la gracia de Dios evidentemente presentado en las Escrituras, está aún (ó mejor dicho la “perversión” del significado) matando a multitudes del pueblo de Dios y sellándolos á la destrucción. Y esto no es porque la palabra de Dios no es clara, pero solamente porque la rebelión causa ceguera espiritual.

“Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones…” (Romanos 1:24)

“…hombre que causa divisiones…se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio.” (Tito 3:10,11)

“…Oíd bien y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis.” (Isaías 6:9)

La razón por el concernimiento acerca de este tema está ilustrado por un extracto de un pequeño folleto llamado, “Artículos de Fe de la Iglesia Pentecostal Unida Internacional: Que Creemos y Enseñamos”, el cual declara:

“Cuando este pecado [fornicación] ha sido cometido,
la persona inocente puede estar libre de volverse a casar
solamente en el Señor.
Nuestro deseo siendo el levantar una alta clase para el ministerio,
recomendamos a los ministros no casarse otra vez.”
(Pagina 13, parágrafo 1)

¿Cuál es nuestro concernimiento? Bueno, todo se centra alrededor de una pequeña palabra, la cual es muy simple, más aun ampliamente malentendida.

“Fornicación – relación sexual entre personas no casadas.”

(Diccionario Webster)

Por la causa de la perversión del entendimiento de esta palabra en la Escritura (y su total omisión en las per-versiones de la Biblia de la Nueva Era), millones de gente están pereciendo en el pecado de adulterio, mientras ellos viven vidas felices, contentas, y engañados: bajo el liderazgo de ministros quienes comparten su decepción y animan su rebelión. (Romanos 1:32, 1 Timoteo 4:3,4, etc…)

Esta popular plaga de engaño y decepción está centrada alrededor de un concepto no basado en las Escrituras, de que si tu pareja (esposo-a) es sexualmente infiel a ti (comete adulterio), este hecho te da el derecho ante Dios, de separarte de esa pareja y casarte con alguien más.

¿Dónde se encuentra esta enseñanza en las Escrituras?

En ninguna parte.

Estas pobres almas engañadas (engañadas solamente por su propia rebelión) obtienen esta doctrina de una perversión de básicamente 4 pasajes en la Escritura.

El primero es Deuteronomio 24:1-4, el cual los hipócritas religiosos del primer siglo malentendieron así como lo hacen hoy en día. (Ten en presente – que cuando digo hipócritas – yo no hablo de los bebes [en la fe] y sin entendimiento, pero de aquellos que deberían de conocer mejor pero están cegados á la verdad por su propia teología.)

“Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa.

Y salida de su casa, podrá ir y casarse con otro hombre.

Pero si aborreciere este último, y le escribiere carta de divorcio, y se la entregaré en su mano, y la despidiere de su casa; o si hubiere muerto el postrer hombre que la tomó por mujer, no podrá su primer marido, que la despidió, volverla a tomar para que sea su mujer, después que fue envilecida; porque es abominación delante de Jehová, y no has de pervertir la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad.”

(Deuteronomio 24:1-4)

Podemos ver por la conversación en Mateo 19:3-9 y Marcos 10:2-12 que los Fariseos no tenían entendimiento de los versos que estaban citando.

Nuestro primer indicación son sus motivos, los cuales, de acuerdo con la Escritura, no era el saber la verdad, pero solamente para tentar al Señor (Mateo 19:3, Marcos 10:2).

Segundo, especialmente evidente en el evangelio de Marcos, cuando Jesús les preguntó a ellos, “¿Que os mandó Moisés?”, ellos se olvidaron por completo de Génesis 2:23-24, y se fueron directamente a su (mal-) entendimiento carnal de Deuteronomio 24:1-4: el cual es otra vez puesto en evidencia por la respuesta del Señor en el verso 5, “Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento.”

Pero al que busca con diligencia, pasajes como Jeremías 3, Oseas 3, Ezequiel 16, etc…además, la clara revelación de este tema en el Nuevo Testamento hacen perfectamente claro que Dios, en Deuteronomio 24:1-4, no estaba dando a sus hombres permiso para divorciarse de sus esposas; pero mejor dicho, en su perfecta justicia, estaba haciendo manifiesto en las Escrituras Hebreas su propia provisión de separar a su pueblo Israel por su indecencia y dureza de corazón, instituyendo el periodo de despojamiento (compromiso matrimonial) – el cual provee por un periodo de tiempo para que el amor y fidelidad de la novia sean puestos a prueba antes del sellamiento, ó consumación del matrimonio; y también por el novio para tener el derecho de despedirla (repudiarla) si se dio cuenta que ella no era virgen, y aún hasta el tiempo de la consumación sexual. (Deuteronomio 24:1)

El segundo y terceros pasajes los cuales son mal usados para pervertir la verdad de Dios en esta materia son Mateo 5:32 y 19:9:

“…el que repudia a su mujer, á no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere…”

“…que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera.”

La frase “…salvo por causa (o’ a no ser por causa de) fornicación” es tan simple mas no obstante ampliamente malentendida. La gente Judía entendió lo que era fornicación en ese entonces; y muchos aun lo hacen hoy en día.

Fornicación es exactamente lo que el Diccionario Webster dice que es; y esto siempre y solamente envuelve personas no casadas. Así que ¿cómo puede ser esto? ¿Porque es esta “excepción” encontrada solamente dos veces en la Biblia, y solamente en el Evangelio de Mateo? Bueno, el Evangelio de Mateo fue escrito y enviado originalmente y específicamente á la gente Judía; el de Marcos á los Romanos, Lucas a los Griegos. El pueblo Judío entendió cual fue ésta excepción por la tradición de sus bodas (las cuales vinieron de Dios mismo), específicamente el periodo de tiempo durante el matrimonio llamado el periodo de despojamiento.

Durante el periodo de despojamiento, la pareja estaba considerada casada, mas aún no habían sellado actualmente el pacto (por el derramamiento de sangre en la unión sexual). Mire en Mateo 1:18-20, hablando de José y María como siendo marido y mujer, aunque la boda aún no había ocurrido todavía.

Jesús les dijo a los Fariseos, “…más al principio no fue así.” (Mateo 19:8), porque cuando la ley matrimonial fue dada desde el principio (Génesis 2:23,24), aunque fue dada como un tipo del matrimonio de Dios al hombre por su unigénito Hijo, Jesucristo, en aquel tiempo que la novia aun no había comenzado a existir. Israel es la novia, ó esposa, de Dios (Jeremías 3:14, Ezequiel 16:8, Oseas 1:2, 2:16, Juan 3:29), y no había existido hasta que Dios llamó a Abraham, de quien vino Isaac, y luego Jacob, quien es Israel.

Antes de que la ley fuera dada por Moisés (un Levita de la nación de Israel), no existía el periodo de despojamiento en la ley matrimonial. Pero, cuando la novia, (Israel) vino a ser, y fue liberada de Egipto, y “…en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar…” (1 Corintios 10:2), ellos entraron en un pacto con el Dios de Israel – un pacto matrimonial. Y, por su infidelidad y testarudez inherente, Dios instituyó el periodo de despojamiento en la ley del matrimonio, para mantener que los de duro corazón é impiedad no entren en el eterno pacto matrimonial con él; así como el echó fuera al hombre (Adán) del Jardín de Edén, y el árbol de vida, después de que había pecado en contra de Dios: “…pues, que no alargue su mano y tome también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre…” (Génesis 3:22-24).

Así de esta manera podemos ver que la institución del periodo del despojamiento el cual primero empezó a ser hablado por la boca de Moisés (Éxodo 22:16, Deuteronomio 20:7, 22:23-26) fue dada por el Dios de Israel para guardarle en contra de los impíos y duros de corazón (incrédulos) sobre todo Israel entrando en un pacto permanente y eterno de reposo con él en matrimonio; y fue manifestado en la ley proveyendo al desposado la oportunidad de preservar su integridad en Israel comprobando que su desposada fuera virgen y fiel, antes de aceptarla en un pacto de por vida en el matrimonio.

De acuerdo a la Biblia, la única vez que la fornicación puede ocurrir en una relación matrimonial es durante el periodo de despojamiento. Después que la boda ha ocurrido, la infidelidad sexual no es llamada fornicación, sino adulterio. Y aunque el adulterio es un pecado muy serio y mortífero, no es ni ahora, ni nunca antes ha existido ninguna provisión por Dios en su palabra de divorciarse y volverse a casar por esto ó cualquier otra razón, una vez que el matrimonio ha sido consumado.

La ÚNICA provisión para volverse a casar es la muerte física del cónyuge.

“…pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.” (Romanos 7:2) “…pero si su marido muriere, libre es para casarse…” (1 Corintios 7:39)

¿Son adulterio y fornicación la misma cosa?
No.
(Mire en Marcos 7:21, 1 Corintios 6:9, Gálatas 5:19, etc…)

Si, algunas veces fornicación es llamado adulterio en la Biblia (durante el periodo de despojamiento), pero adulterio NUNCA es llamado fornicación.

El cuarto pasaje que los falsos maestros (mal-) usan es 1 Corintios 7:15:

“Pero si el incrédulo se separa, sepárese;
pues no está el hermano ó la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso,
sino que a paz nos llamó Dios.”

…pero la palabra douloo que es “sujeto a servidumbre”, en el original Griego no es lo mismo que la palabra deo (también del original Griego) – la cual es ligar, comprometerse ó estar comprometido – usada en el verso 39 del mismo capítulo: “…está ligada por ley mientras su marido vive…”. La definición de douloo es esclavizar traer a servidumbre, dado á ó ser un sirviente. Pablo intentó decir lo que él dijo. Nosotros somos llamados a paz, y no a cruel esclavitud.

Nosotros no somos ordenados por Dios a tratar de forzar a un cónyuge no dispuesto, incrédulo, a estar con nosotros. Si este cónyuge desea marcharse, la Escritura dice, “…si el incrédulo se separa, sepárese… (Verso 15). Pero en ningún lado en la Biblia Dios nos dice que esta persona deja de ser tu esposo(a). Al contrario – mientras el (o ella) viva, tú estás ligado por la ley matrimonial.

(Mire en Génesis 2:24, Romanos 7:2,3, Lucas 16:18, 1 Corintios 7:39, etc…)

Es una verdad Bíblica que la institución del matrimonio entre el hombre y su esposa es dado a nosotros por el Dios de la creación para representar ó ilustrar á nosotros la naturaleza de su plan redentor, el cual asimismo es un matrimonio; y también es una verdad Bíblica que si Satanás puede engañar con éxito a Israel, el pueblo de Dios, al tal extremo que no puedan entender ó mantener la santidad del pacto del matrimonio entre un hombre y su esposa, ellos también seguramente perderán la visión de la santidad del pacto del matrimonio entre ellos y su Dios.

A como está escrito:
“Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Que ha de hacer el justo?”
(Salmos 11:3)

y,

“El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.

Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiara lo verdadero?

Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?

… Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera:
y el que se casa con la repudiada del marido, adultera.”
(Lucas 16:10-12,18)

Satanás usó “…el consejo de Balaam” (Números 25:1, 31:16) para destruir multitudes en medio de Israel en el desierto hace alrededor de 3,500 años atrás, y él está aún usándolo hoy en día para destruir multitudes en las iglesias:

“Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel,a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación.”

(Apocalipsis 2:14)

Hermanos, millones de personas felices y nacidas de nuevo están en rebelión, casadas con esposas y esposos de otras personas y viviendo abiertamente en adulterio ante Dios y los hombres.

Y ellos así no se van a ir al cielo.
(Éxodo 20:14, 1 Corintios 6:9,10, Gálatas 5:19-21)

Esto no ha sido una extensiva exposición de esta tan fundamental doctrina Bíblica; pero esto es dado con el propósito de exhortar (si cualquier otro haya pensado lo contrario) y de instrucción, que es por lo cual tenemos la infalible palabra de Dios. Acomo está escrito:

“Toda la Escritura es inspirada por Dios,
y útil para ensenar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia.”
(2 Timoteo 3:16).

Y, si esta doctrina ya es creída y ensenada en medio de ustedes, alabo a Dios por todos ustedes, porque yo confío y creo que ustedes son el remanente que verdaderamente aman a Jesucristo, y tiemblan a su palabra.

Jesús viene pronto, como ladrón en la noche.

Bienaventurado el que vela y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza…

(Apoc.16:15)

Amados, velad y orad.

Adiós.